Estela, está en el recuerdo indeleble de la familia. Alguien que partió muy pronto pero nunca se fue de nuestros corazones.
Estela, Monona para la familia y sus amigos, decidió que su vida ya no tenía sentido con apenas 33 años. En esa corta franja de tiempo se desarrolló profesionalmente, viajó representando al país, conoció a su marido, se casó.
Estela, la de la mirada profunda y la sonrisa grande, muy amiga de sus amigos, la docente, el buen recuerdo de sus alumnos. Algo que nunca sabremos motivó su partida tan repentina, 33 años, y en 33 años hizo mucho más que en toda una vida.
Estela, a quien el poeta español Luis Rosales dedicó unos versos, la amiga, la hermana, la esposa, la mujer de la cultura y la civilidad.
Estela, nuestra Estela, la que está en los corazones, la que nunca conocimos, pero era la tía presente. Hoy leo sus cartas y veo un espíritu libre, alegre y cariñoso, es como sentirla cada vez más cerca.
Estela, la tía Estela…la que me acompañó toda la infancia y la adolescencia aún sin estar.
Ella fue una presencia desde lo más profundo en mi vida, sus recuerdos, mi madre que sufría su ausencia y con ella un desarraigo total, pero ella nunca se fue.
La sociedad la olvidó, olvidó el camino que hizo como feminista, y mujer de la cultura, sus amigos ya no están, pero sigue presente en el corazón de la familia , la tía Monona… la tía Estela… en esa imagen con sus grandes ojos oscuros de mirada firme, su boca grande de sonrisa espléndida y una revista entre sus manos.
Simplemente Estela.
