Fuiste un aluvión en nuestras vidas, con tus risas y tus enojos, con un timbre de voz que difícilmente pasaba inadvertido.
Fuiste ese ventarrón movilizante que a veces hacía temblar los cimientos.
Hablar de la muerte era un juego que asiduamente hacías, sin prejuicios, con liviandad y picardía y esa pícara muerte un día te llevó.
Fuiste todo eso y mucho más, tu vida trascendió a través de esos tres niños, hoy ya adolescentes y en ellos te reflejas.
Te convertiste en el aura que los protege.
Pasan los años para todos, pero no para vos, recorres los lugares con tu misma impronta, un paso atrás o un paso adelante.
Protege sus sueños…