La madrugada está avanzada y el insomnio hace que mis ojos estén muy abiertos en la oscuridad de mi habitación a pesar del cansancio que tengo. Sólo el ruido de los truenos lejanos y el ronronear del ventilador me acompañan.
Paso revista a mi pasado reciente y no tan reciente lo hago con la tranquilidad de que todo lo que he hecho lo hice con la mejor de las intenciones, los resultados no importan. Veo pasar las imágenes de mis seres queridos que ya partieron, que cada vez son más. Sonrío porque tengo una conexión directa con ellos, los veo, los sueño, me dicen que están en paz, que quedamos en paz, que nada nos debemos, que nada entorpece esta relación.
Se que cuento con ellos, son fieles. Ellos nos guardan y en los momentos difíciles acudo a algunos y le digo simplemente «tirame una soga», y esa soga es la fortaleza que necesito en ese momento, y me la brindan.
Ha mediados de diciembre estaba sola, muy hipertensa y me preparaba para asistir al acto académico de mi nieto, pedí un taxi muy descompuesta y durante el viaje en silencio le pedí «tirame una soga» quiero estar presente en el acto de tu hijo ¡ayudame!. Llegué, busqué ubicación, y disfruté del acto… de ver a mi nieto portando la bandera y entregándola a su sucesor, emocionada y sin síntomas del malestar anterior. Si, ella estuvo allí presente!
