En mi casa no faltaban libros y menos de poesías. Mi madre mantenía correspondencia desde su adolescencia con escritores y algunos de ellos fueron sus profesores.
Una de ellas era Rosa María Sobrón de Trucco y esta poesía estaba en una de sus cartas. Seguramente algunos alumnos de mi madre la recuerden.
Elegía para una muerte anónima No conocí tu nombre. Trepabas las mañanas con alas de colores prendidas en las manos (El féretro pequeño: espuma. Casi nácar) Silencio en el azul, Procesión de silencios en la clara mañana. No conocí tu nombre. Mas tu ausencia pequeña me lloviznaba el alma... El silencio sonaba entre flores y pinos Crecía una canción en la mañana clara. (Mas era una canción que solo yo escuchaba) No conocí tu nombre. Ni tampoco tu rostro. Sólo anduve la pena de la madre escalando tu cuerpecito inerte. -Ángel. Y un verde en alas- y niños, muchos niños que besaban tu caja... Enero se detuvo en el aire crecido. El sol para regarte su cuerpo acomodaba. (Tampoco el sol podía desnudarse en tu caja). No conocí tu nombre. Era un enero pleno y una mañana clara. Tu cuna pequeñita erizada en la loma, frente a la casa blanca parecía tan mínima, ay,tan mínima y blanca... No conocí tu nombre, Me sumé a la mañana y mirando hacia Dios vi que lo acompañabas.... Muerte chiquita anónima- -Muerte grande con nombre- Acomodé mi pena al lado de la madre. Flor-rocío de lágrima. Intenté en su mejilla un beso sin palabras. Y me alejé corriendo. ...Y adiviné su cara... No conocí tu nombre. Trepabas la mañana. Y mirando hacia Dios vi que lo acompañabas... (Rosa María Sobrón de Trucco- 1901/1978)