Inclino la cabeza, como tantas veces, cierro los ojos suavemente y me hundo en la profundidad de la niebla, y te busco…y te busco lentamente sin importar el tiempo que me lleve, hasta que allí estas…allí están tus ojos, tu mirada tan dulce, siempre tierna, y esa sonrisa…esa sonrisa que me dice que todo está bien.
Lentamente abro los ojos y me distiendo. Estás ahí…
¡¡Gracias por seguir a mi lado padre!!