El suave aleteo de una mariposa sobre mi rostro.
La briza que roza mi piel cómo un suspiro.
Un rayo de sol que con su calidez abraza mi piel.
Todos ellos y cada uno de ellos no es otra cosa que el beso etéreo de mis ángeles.
Mis pequeños que no pudieron llegar a este mundo, pero siguen a mi lado.

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