Después de mucho rezar y rogar para que mi mente se clarificara llegué a la triste conclusión de que con los lazos de hermandad no se nace se construyen. Aún los lazos de sangre.
Esa percepción quitó un lastre de mi vida. Me hizo valorar los brazos cálidos y fuertes que me sostuvieron en mis caídas y ayudaron a levantarme. El cariño desinteresado y los abrazos amorosos de quienes acompañaron mi vida. No importa la distancia el valor está en el significado.
