Hay dolores tan profundos que nos postran,
de ellos no podemos recuperarnos.
Ocupan un lugar muy profundo en mi corazón.
Hoy, siento tristeza,
la tristeza de la desolación, del sentimiento de abandono de aquellos en quienes confiaba.
La pregunta es: ¿Debo tenderles una mano o dejarlos ir?
Señor… ¿Cuántas manos deberé tender?
14 de noviembre de 2006
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