El otro día un ángel me sopló al oído,
fue un suspiro.
Sólo un leve suspiro.
El otro día un ángel me dio un abrazo.
Fue apenas un roce.
El otro día un ángel me dijo: “No estás sola…”
Y con sus cálidas alas
abrazó mi cuerpo tembloroso
para que sintiera su presencia.
Un suspiro, un roce y su presencia en la nada
sólo eso, todo eso,
para saber que Él… mi ángel, está conmigo.
Lelia Di Nubila -libro Reconociéndonos