Mientras estábamos solas, conversando…hablando yo, y vos respondiendo con un movimiento de cabeza, Ennia nos acompañaba, tu respiración se aceleró, mi inquieté, llamé con urgencia a mi marido y en minutos teníamos la emergencia en casa sin darme cuenta corrí detrás de la camilla, trepé a la ambulancia y continué hablándote.
Después de unas horas pudimos visitarte, ya no estabas allí, tu mirada estaba vacía y supe que te estaba despidiendo. Decidiste partir en la primera hora del 5 de abril y sentí que cumpliste tu deseo. Te quedaste con nosotros. Quienes mejor describieron tu adiós fueron tu nieto y tu biznieta:
CERRASTE EL CIRCULO.
Llegaste a El Zapallar muy joven, con una sonrisa rubia, y una historia bajo el brazo que no quedó en tu paraguayo Pilar natal sino que permaneció en tus pupilas hasta que un día un ser de luz a quien amo abrió esa puerta y tu historia de niña salió a borbotones.
Tu adoración por tu padre Ernesto, ese hombre trabajador y emprendedor de ojos celestes; tu respeto a la instransigente madre Eulogia; la admiración por tus hermanas mayores “Evangelina” (la morocha grandota) y “Pochó” (rubia de ojos claros) y el vago recuerdo de un niño gateando. “Pachín” o “Papachín”.
Sembraste tu simiente en General San Martín con siete sueños que se multiplicaron y desperdigaron detrás de mejores oportunidades pero siempre volvieron a vos, aunque sea por unos días.
Creaste una familia poco convencional, con hijos que no se pelean, que no se recelan, que no se envidian, que pueden estar separados a miles de kilómetros pero están pendientes entre sí, que comparten amor, dolores y hasta algunos silencios que no necesitabas enterarte. Para qué.
Y eso se replicó en decenas de nietos que nos conocemos, nos disfrutamos y con la adultez nos redescubrimos. A veces es difícil describir las ramas porque en vez de un árbol somos una telaraña, una inmensidad de redes unidas que con cada anécdota se fortalece.
Nos diste un apellido y una identidad, y de golpe somos más de 300 Mujica interrelacionados por redes sociales y mensajes telefónicos. Un esfuerzo de amor que regresó a vos multiplicado porque te permitió cerrar tu historia, conocer a tu hermano Dahomey (si, el “Pachín”) y la voz tras el teléfono de la más pequeña Maura Graciela, cuyo hobby es acunar a todos desde la distancia.
Quizás la adultez nos roba la inteligencia de la niñez, la más pura, la genuina, la que me ayudó a entender este momento…
Abril, “la bailarina” me dijo anoche -“la Ino cerró el circulo, porque cuando sos viejita ya fuiste feliz y viste crecer a tus nietos asi que se va a ir en paz.”
Seguramente a esa hora vos ya habías descubierto el único secreto que tus hijos se guardaron para que no sufras, porque seguramente Carlos y “el Flaco” estaban sentados a cada lado de la cama mientras vos expirabas en paz.
Allá estás ahora plantando eternamente las pencas de ananá con el abuelo Ernesto y corriendo por las habitaciones de la vieja casa junto a Eva y Pochó. Y entre nosotros, te pido un favor: -cuidame a mi Mosita.
Yo por mi lado te agradezco por mi viejo, por la gran familia. Por hacerlos buena gente y laburantes que es cosa difícil en estos años. Te agradezco el Apellido y las últimas charlas
Hasta dentro de un rato abuela Inocencia. Vos ya cerraste el círculo, nosotros ya vamos para allá.
Pablo Mujica