Vino cargada de dolores, incomprensiones, abusos. Pero para quienes tienen fe, ella los sostiene. Saltando piedras también hubo flores.
Los primeros enamoramientos, las fiestas, los amigos y los hermanos del alma que estaban para recoger las lágrimas.
Fue una adolescencia muy corta, no duró más de dos años. La vida hizo que madurara muy pronto y le robó ese periodo de irresponsabilidad y rebeldía tan necesario para afirmar la personalidad.
La historia se repetía mientras se mostraba como una adolescente casi normal, en su intimidad era muy madura y se refugiaba en la poesía. Las palabras calladas, los silencios, se manifestaban en poemas que eran su forma de comunicarse con el exterior. Cuánta palabra no pronunciada… cuánto silencio, cuanta ausencia no reclamada, por esa costumbre ancestral de ocultar historias aún dentro de la misma familia. Hechos considerados vergonzantes para los mayores pero que su importancia se diluye al compartirlos.
El tiempo libre estaba dedicado a la lectura, no importaba el tema, era preciso satisfacer la avidez de conocimiento y la necesidad infinita de evasión.
Las relaciones familiares eran cada vez más distantes y difíciles, la soledad alcanzó el punto de intentar el suicido como escape.
Pero alguien desde arriba vigila y tiene otros planes, no permitió que ese fuera el fin.
Como en un sainete mientras la tragedia ocurre puertas adentros en el exterior todo brillaba como en vidriera. A veces se vestían como mellizas: igual tela, similar modelo pero diferente color. Era costumbre usar las cosas de su madre: sus zapatos y medias, abrigos, el maquillaje y la bijou copiando su estilo recargado en el arreglo, se disfrazaba de mujer. No había observaciones por parte de ella, parecía no ver.
Estas actitudes a la distancia parecen psicóticas, pero en su momento, no llamaba la atención que imitara a la madre que le originaba temor y vergüenza.
Llegó el primer y único amor, otro problema en ese inestable núcleo familiar, no era aceptado. La violencia familiar se agudizó pero el amor permite enfrentarse a lo imposible no importa los costos. Y luchó con ellos. Esa familia que no había podido contenerla no le quitaría lo mejor que le había regalado la vida.
Los amigos envidiaban la libertad y la autonomía con que se movía, lo que no sabían era que ello disfrazaba el abandono y desinterés en que había sido criada.
Pero, para poder vivir debe existir un cierto equilibrio y ya tenía aprendido como sostenerse, no sólo adoptaba mamás ahora adoptaba familias y se refugiaba en ellas. Quizás su problema era percibido porque siempre era recibida como un miembro más y protegida como tal.
El padre, una figura lejana, a la que cada vez veía menos, pero más amaba y más defendía. Era el puerto de amor de su vida. Fue quien le enseñó que no se necesitan golpes ni ofensas para marcar límites, que con palabras dulces y tristes podía lograrse mucho más. Representaba sus raíces.
Él le inculcó el respeto a la familia grande, a querer a sus antepasados y a aquellos familiares que no conocía pero sus historias formaban parte de la memoria colectiva.
La madre, era lo más peculiar, aunque viviera con ella toda su vida no la conocía, había levantado un muro de silencios y secretos, por aquello de que: “… hay cosas que no se dicen, que deben mantenerse ocultas en la intimidad”.
La relación con ella era muy inestable, saltaba de la risa al llanto con demasiada frecuencia, creando un estado mental de intolerancia y permanente crítica. Le costaba vislumbrar si lo que las unía era cariño o miedo. El temor era el sentimiento que prevalecía. Tanta rebeldía acumulada por la incomprensión minó la relación madre-hija.
Los años pasaron, los estudios universitarios no fructificaron, causando un regreso a la casa materna con más alboroto del predecible.
A partir de aquí podríamos ingresar a la juventud, aunque ella ya estaba presente desde hace bastante tiempo.
Era una existencia muy extraña, no se media por parámetros normales, las distintas etapas se superponían, se truncaban, se vivían paralelamente con la confusión y marcas que quedan plasmadas en la personalidad.
Todo muy difícil, sobreviviendo…
¡Hola! ¿Nos seguimos? Un beso 😊
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¡Hola! con gusto. Besos
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