Escuchar hablar a toda hora y en todos lados sobre violación y abuso me angustia tanto que siento que me están clavando un puñal en el pecho y lo remueven para que haga más daño.
Pueden haber pasado décadas pero el dolor y la angustia no se borran.
Creí haber sanado después de mucha terapia y de haberlo hablado con mi familia, pero cuán lejos está de ser cierto. La angustia no pasa y cada vez se la revive con el mismo miedo y la misma crueldad. En el fondo del alma sigo siendo aquella niña y aquella adolescente a quien bastardearon.
En el fondo de mis ser sigo tan quebrada y anulada como entonces.
Señor solo pido paz!!