Libro Reconociéndonos · poema · Sentimientos

El Ángel que me guarda

El otro día un ángel me sopló al oído,
fue un suspiro.
Sólo un leve suspiro.
El otro día un ángel me dio un abrazo.
Fue apenas un roce.
El otro día un ángel me dijo: “No estás sola…”
Y con sus cálidas alas
abrazó mi cuerpo tembloroso
para que sintiera su presencia.
Un suspiro, un roce y su presencia en la nada
sólo eso, todo eso,
para saber que Él… mi ángel, está conmigo.

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Libro Reconociéndonos · poema · Sentimientos

Matías

Esa mirada triste y a la vez traviesa.
Ese rostro tan peculiar que te dejaron las marcas de la niñez, en la
lucha por ganar el espacio que tu hermano te negaba.
Esa fuerza interior y tenacidad
que te permite cumplir con lo que te propones.
Esa belleza interna que tratas de soslayar por timidez.
Dios te bendijo, hijo,
desde el mismo momento en que llegaste a esta tierra.
Dios envió un ángel que con sus alas
–invisibles pero seguras–, te empujó a la vida.
Luchaste, sobreviviste.
Y seguís peleando porque cada obstáculo
te permite medir tus fuerzas.
¿Qué más podemos pedir?

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Libro Reconociéndonos · poema · Sentimientos

Mujer

Una mano tendida dibujando una caricia,
un rostro en una mueca dolorosa.
Son sólo imágenes de una mujer.
No importa la raza.
No importa el credo.
Siempre representarás el amor y el dolor.
Mujer.
Cuantas palabras vanas para ensalzarte y
cuánta injusticia detrás de ellas.
Sólo retórica inútil
mientras los hombres violan tus derechos a la vida en libertad.
Mujer sólo tú,
desde el comienzo de los días…
Luchas sin bajar los brazos por el bien de todos,
postergándote.
Mujer,
sólo tú comprendes que mereces más.

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cuento · Libro Reconociéndonos · narración · Sentimientos

Aprender a vivir

Sentada frente al televisor, con una taza de café en la mano y la mirada perdida en el infinito repaso el transcurrir de mi vida y llego a la conclusión de que nos lleva años aprender a vivir y cuando ya lo hemos hecho, o creemos que lo sabemos todo, llegó la hora de partir.
Nadie nos enseña a vivir, sólo nos formamos a través de nuestros errores y aciertos. Tomamos retazos de la existencia de quienes admiramos, de consejos vanos y de aquellos dados con la honradez y humildad de un corazón generoso. Todo sirve, pero sólo depende de nosotros cómo lo apliquemos y hacerlo en el momento justo.
¿Si pudiéramos desandar caminos cuántas cosas no hubiéramos hecho? No es tan fácil adquirir experiencia, sólo se hace paso a paso, día a día, aceptando errores y aprendiendo de ellos, todos hasta los más duros momentos nos dejan algo positivo.
De nada sirve nuestro tiempo. El tiempo es efímero y cada día es una vida, por ello sólo hay que ocuparse de cada uno de ellos como si fuera el primero y el último, aprender a disfrutar de las pequeñas cosas que la naturaleza nos regala: el canto de un pájaro, el verde del césped, los colores de las flores… el cielo con sus nubes que dibujan figuras infinitas y… la familia que es el regalo más importante que Dios nos dio sin olvidar a los amigos que el destino nos proporcionó.
¿Que cosa más importante que todo ello existe? ¿El dinero..? Es efímero, sólo nos ayuda a que no falte comida, salud y educación para nuestros hijos y para nosotros, lo demás… tiene el valor que cada uno le dé, va de la mano de las prioridades personales que nos hemos impuesto.
La vida no siempre da satisfacciones, a veces son más los dolores que las alegrías, pero acaso ¿no es válido trasponer piedras para disfrutar momentos?
Crecer, crecer ya es difícil y cuando debemos hacerlo de a dos se complica aún más. Cada cual tiene sus tiempos y espacios y amoldarlos al otro es complejo.
Tomo un sorbo del café ya frío y analizo el momento de mi vida en que me encuentro, es un cruce de caminos. Debo elegir si seguir el camino arrastrándome en la sombra o respirar profundo y reclamar mis derechos. Ello significa plantar los frenos, dejar en claro que no soy la misma, he crecido y ese crecimiento hizo que cambiara, que modificara mi espíritu, mi concepto de vida, mi razonar, mi visión del mundo.
Si, debo decirlo, porque no quiero partir sin haber dejado mi pequeño legado, debo hacer las últimas cosas en función de lo que yo pienso, mal o bien pero que sean mis decisiones, mis objetivos, mi lucha.
Miro el televisor con asco, sólo muestran violencia, decadencia, desorden y omnipotencia. Es que la pobreza, el abandono, y la falta de honestidad sólo sirven para producir más y más programas que analizan estos temas desde la intelectualidad o la vulgaridad midiendo puntos para ganar más dinero pero excluyendo soluciones. No es el mundo que quiero vivir: quiero justicia, equidad, solidaridad, no más niños en la calle, no más hambre, no más arbitrariedad en el reparto de los derechos.
Sí. Alguna vez viví en un mundo donde la gente trabajaba y estaba orgullosa de ello: no importaba si era zapatero o industrial, lavandera o maestra, cosechero o agricultor, albañil o político, lo hacían con su mejor predisposición porque en ello iba su honorabilidad. Y la palabra… ¡Ah, la palabra..! Era un documento suficiente que marcaba el deseo de cumplir con el compromiso contraído. ¿Que pasó con ese mundo? ¿Qué pasó
con la gente? O mejor dicho, ¿qué pasó con la educación? Miro la taza de café con el estómago revuelto.
No. No me iré de este mundo sin ver qué se puede cambiar.

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Libro Reconociéndonos · poema · Sentimientos

Tu mano en mi espalda…

Tu mano en mi espalda,
es la más dulce y suave
que posarse pudiera…
Tu mano en mi espalda
es ave y es volcán.
Tu mano en mi espalda
es caricia y es fuego…
Es fuerza… Es empuje…
Es esperanza… Es futuro…
Es vida…
Gracias, Dios mío
por apoyar… tu mano en mi espalda
todos los días.

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Con este poema inicié mi blog y representa mis sentimientos, mi vida y la gratitud hacia esa » fuerza única» que empujó mi andar, dándome aliento para continuar aún en aquellos momentos en que desfallecía.

Solo Él puede apoyar su mano en mi espalda y lograr que camine, disfrute y ría con las pequeñas y grandes cosas de mi vida cotidiana.

¡Gracias a la vida! ¡Gracias Dios!

Libro Reconociéndonos · poema · Sentimientos

Los hijos que Dios me dio

¿Cuántos hijos tenemos en la vida?
Los que concebimos y aquellos otros,
los hijos del corazón.

¿Cuántos hijos tengo en mi vida?
Muchos, muchos…

He pasado por la vida buscando amor,
amor de madre, amor de pareja, amor de hijos, amor…

He buscado hijos, los que concebí por amor
y aquellos otros que me regaló la vida, los del corazón.

¿Cuántos hijos tengo?
Muchos, muchos…
Siento la necesidad de proteger a todos.

Siento que me crecen alas, alas para abrazar.

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Christian Schloe