Un día,
me gustaste como nombre;
mas recién hoy, conozco tu verdadero significado.
Te veía rodeada de un halo de misterio.
Distante.
Lejos mío.
Hoy te conozco,
tal cual eres:
Fría, triste, desesperante.
Hoy podría llamarme Soledad.
Cuanto llanto hay detrás de tu nombre.
De cuanto sufrimiento te ves acompañada.
Soledad…
Tú me haces recordar:
“días grises en que mis ojos vueltos a la lejanía
miran lo inalcanzable,
o noches negras y largas en que tumbada dejo deslizar por mi rostro
lágrimas de impotencia ante el presente”
Estas poblada de recuerdos,
de recuerdos y sueños.
Estas plena de rostros que desfilan ante mí,
detrás de la bruma del tiempo transcurrido.
Cada día eres más espesa.
Cada día me envuelves más con tus tentáculos de pulpo
que no quieren dejar escapar la presa.
Me oprimes.
Me desgastas.
Hay días que veo de cerca el pavor de no volver a verlo.
Mis fuerzas flaquean…
creo no llegar al fin de la senda.
Soledad,
hoy eres mi única compañera.
La amiga que sabe de mis sufrimientos.
Me has rodeado,
construyendo un mundo aparte donde tú reinas,
donde mis únicos compañeros son:
“recuerdos…recuerdos…
a veces tristes, lo más felices,
pero sólo recuerdos……”