Ayer, cuando te vi
con esa tristeza opaca que te da la melancolía,
sentí que toda tu tristeza adormecía mis sentidos.
Cuando tu paso lento se apagaba ante tantos pasos de gente como tú.
Llegué a pensar, hombre de mi ciudad
– hombre gris-, que tu cansancio,
era cansancio de siglos, de pueblos enteros.
Y me sentí cansada…
Ayer, cuando pude mirar en tus ojos,
y en ellos se reflejó un mundo,
de colores claros… apagado, cotidiano.
Temí que la rutina que te aplastaba sobre mis espaldas cayera.
Y quise huir…
fue como si un ejército de hombres grises cubriera todos los caminos,
y recién entonces comprendí que el mundo está hecho
de hombres como tú,
que con sus pequeñas-grandes fuerzas, sostienen esta Tierra.
-1974-