Esa sombra que se recorta en la cama,
en el centro mismo de la habitación.
Me miras con los ojos perdidos, sin ver.
¿Quién eres?
No puedo reconocerte.
Me niego a reconocerte, Padre.
Sigo viéndote fuerte,
tu figura recortada en el vano de la puerta, cubriéndolo.
¿Quién eres?
No puedes ser tú,
me niego a reconocerte.
Lelia Di Nubila- libro Reconociéndonos