Lo presentí, lo soñé, lo viví
antes que sus padres.
Sus ojitos me miraban
antes de nacer.
Cerraba los ojos y rodeado de un halo violeta
estaba nuestro bebé.
El bebé de la familia.
El primer nieto.
Fueron largos meses de espera, y hoy,
con sus siete ya cumplidos,
nos estira los bracitos desde el andador.
Gracias Señor…
Gracias por vivir este sueño.
El mejor.
El de los abuelos.
Lelia Di Nubila- libro Reconociéndonos