Tras el humo gris del cigarrillo
quisiera descubrir tu rostro.
Apagar en tu boca mi incontenible sed.
Reflejarme en tus ojos,
y en su lenguaje, comprender todo aquello
que tu boca calla.
Quisiera recorrer con mis manos,
con el ademán del ciego,
tu rostro querido.
Y con los ojos muertos
vivirte con el alma toda.
Quisiera imaginarte
con el simple roce de nuestra piel…
Y en mi invalidez,
sentirme guiada por tus fuertes brazos
que oprimen sin dañar.
Lelia Di Nubila – libro «Reconociéndonos»