Frágil figura, de un pasado tierno.
Dulce palabra, de una infancia triste.
Único sobreviviente de una generación ida,
la de los “abuelos”.
Te has ido también tú, a acompañar la soledad
de quien durante tantos años,
esperó tu retorno a la tierra.
Pequeña silueta que en tus noventa y tantos…
cargados de sabiduría,
volviste a ser niño.
Hijo, de tus hijos.
Caprichos ingenuos de niño enfermo,
la voz cascada por tantos años.
No me olvides, yo aquí te estoy queriendo…
¡Abuelo!