Hoy,
cuando la noche inunda mi ser,
te pienso.
Observo una rosa que ayer fue pimpollo,
sus cálidos pétalos,
dándose a la vida en cada centímetro
semejan mi ser en entrega amorosa.
Miro la noche a través de la ventana,
la primavera se mezcla en mi sangre.
Mis venas palpitan la ilusión de tu nombre.
Las opacas caras que rodean mi noche,
parecen borrarse en disimulado escape.
Te estoy soñando, hijo mío.
Tu cuerpo pequeño,
de carnes rosadas;
tus ojos auténticos,
sin contaminarte del odio reinante.
Te quiero, pequeño,
te siento en mi sangre aunque pasen años,
sin poder conocerte.
Tu ser ya palpita en mis entrañas
aún sin florecer.
Te tengo conmigo, pequeño diablillo.
Tus ojos en mis ojos, tu boca en mi boca,
tu sangre en mi sangre, tu ser en el mío.
Te tengo en cada instante de mi duro vivir.
Te canto por las noches.
Te arrullo por las mañanas.
Te siento todo el día.
Lelia Di Nubila -libro Reconociéndonos